sábado, 19 de septiembre de 2015

Cambios

No pienso dejar que se apodere esta vez de mi. Que me haga oscurecerme en mi propio abismo de nuevo. Sé que puedo lograr lo que me propongo, tengo la capacidad suficiente para creer en mi misma. 

Son como todos aquellos ejercicios que me enseñaron para controlar el estrés- Situate delante del espejo. Mírate y di cosas bonitas sobre ti. Hazlo sonriendo y pensando que todas esas cosas te harán tirar de tu propio ser, te harán continuar.- 

Desde luego, esta vez tenía que funcionar. Primer día de clase, nueva gente a la que conocer, antiguos compañeros a los que no quería ver. Respirar hondo, respirar profundamente, confiar en mi. 

Un problema menor para mi siempre había sido la ropa que ponerme. Ahora todo es diferente, no puedo hundirme, no puedo hacerme de menos, creo que tengo que elegir bien. 
Temas que antes no me importaban me rondan con frecuencia la cabeza. Me hacen sentirme idiota y preocupada por nada. 

¿Realmente es para tanto? Solo es un cambio más. 

No, no solo es eso. Es la demostración de que he cambiado, de que he superado mis miedos, que he vencido al monstruo de la ansiedad, que he conseguido salir de esa profunda vergüenza hacia mi misma que me hacía esconderme del mundo.  Es la demostración de que el dinero y el tiempo invertido en mi misma han servido para algo.

Me miro por última vez antes de salir. Los cascos con música se han convertido en uno de mis mayores aliados. Antes los usaba para huir de mi destino, de la gente, para evadirme en mis pensamientos y en mi cabeza, ahora sin embargo, son un medio para huir de mis miedos, para encontrar mi fortaleza cuando me siento debil, para prepararme para la batalla. Es como la banda sonora de mi vida. 

No puedo dejar que los demás me influyan tanto esta vez. Es un sitio diferente, un ambiente distinto, y tengo que perdonarme y perdonar a todas las personas de mi pasado para permitirme una nueva oportunidad. 

Abro el pomo de la puerta quitando a la vez uno de los cascos de mi oreja. La clase está atestada de gente. Quiero volverme a casa, volver a mi cueva y encerrarme en mi realidad virtual, donde no hay problemas y donde el estrés no me causa melancolía. Quiero volver a mi ambiente conocido, a la gente que me permite ser yo misma, mi circulo de siempre que no me causa ningún estrés, o que a veces incluso me lo soluciona. 

Pero entonces, cuando estoy apunto de abandonar mi misión suicida hacia la sociedad, aparece ella con una sonrisa en la cara. El pelo peli rojo le atenúa las fracciones de la cara, tiene una mirada simpática. "Hola, me llamo María y estoy muy nerviosa" respiro y vuelvo a relajarme. Es como si todos los trucos del espejo surgieran efecto de pronto en mi cabeza. "Hola, ¿puedo sentarme?". 

No sé si será mi mejor amiga, o si tendré algún tipo de relación con esta muchacha dentro de una semana. Pero por ahora me ha permitido superar estos momentos. Es por ello que cuando acaba el día y él; la única persona que me puede hacer sentir segura en un ámbiente incómodo, aparece para esperándome tras el ojo de buey del aula, me pierdo entre sus brazos susurrándole que he hecho una amiga, que estoy contentísima, y que me siento realizada por primera vez en mucho tiempo conmigo misma.

2 comentarios:

  1. Hermoso relato como siempre Esther! De una situación tan cotidiana haz hecho una linda historia. De eso esta hecha la vida. De pequeños momentos! Saludos!

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    1. Muchas gracias por tu opinión, siempre me animan tus comentarios. Este relato es un poco diferente a otros que tengo, la verdad que lo escribí hace bastante y decidí publicarlo el otro día, aunque no es de mis preferidos.
      Saludos!

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