Le mira como si de un esperpento
se tratase. Aún no se cree lo que acaba de pasar.
En las paredes del cuarto rebotan
pensamientos agrupados. Recuerda como lloró en cada una de las esquinas de esa
habitación. Todos sus momentos agrupados.
La silla donde escribió un poema pensando en él. La esquina donde pensó
que él estaba con otra. El ordenador donde pasaban horas escribiéndose. La
ventana por la que soñaba a la luz de las estrellas con su cara. El dibujo que
le dedicó en sexto de primaria. La pared en la que se apoyó al recibir su
primer mensaje.
La cama donde tantas noches al
acostarse se había imaginado durmiendo a su lado. Esa cama. Esa cama donde
ahora él descansaba plácidamente. Esa cama donde por primera vez la hizo suya. Esa cama donde
acarició todo su cuerpo con la palma de sus manos. Esa cama que se había vuelto
su lugar favorito del mundo. Dónde podía refugiarse entre sus brazos. Fundirse en un solo ser con el hombre de su vida.
Ahora el descansaba allí. Con cautela, se levantó para no despertarle y le dio un suave beso en los labios. Aquellos
que horas antes solo podía soñar con tocar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Gracias por dejarme tu opinión!